El hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos concretos" (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 31). Por eso, así como se dice que a la vivencia de la religiosidad popular se la atiende con la pastoral popular, también puede proponerse que a la realidad social, económica y política del pueblo se la sirve y se la evangeliza con la pastoral social.
En un sentido amplio, es todo el pueblo creyente el que vive, con más o menos coherencia, los ecos del Evangelio en lo cotidiano de la vida y transmite sus implicancias en el contexto histórico concreto incluso a través de las experiencias religiosas.
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia es muy claro: "la doctrina social... no es prerrogativa de un componente del cuerpo eclesial, sino de la comunidad entera: es expresión del modo en que la Iglesia comprende la sociedad y se confronta con sus estructuras y variaciones. Toda la comunidad eclesial –sacerdotes, religiosos y laicos– participa en la elaboración de la doctrina social, según la diversidad de tareas, carismas y ministerios" (79).
Carlos Galli, señala que en San Cayetano se encuentra una muestra de la vocación social del catolicismo argentino, mientras recuerda la tesis del sociólogo argentino Floreal Forni: "existe una afinidad electiva de este tipo (estilo Weber) entre la Doctrina Social Católica que enfatiza la justicia social y la devoción popular del pueblo argentino de un santo que simboliza el pan y el trabajo" (Seguimos caminando, Buenos Aires, 2004, p. 333). Así lo confirma el hecho de que en la década de 1980, la Confederación General del Trabajo, bajo la conducción de Saúl Ubaldini, haya organizado una peregrinación de trabajadores al Santuario de Liniers con la consigna Paz, pan y trabajo.
Con todo, no sólo en nuestro país, sino en toda América latina, esta religiosidad popular no se expresa suficientemente en la organización de la sociedad ni de los Estados.
"Por ello deja una espacio para lo que Juan Pablo II ha vuelto a denominar estructuras de pecado. Así la brecha entre ricos y pobres, la situación de amenaza que viven los más débiles, las injusticias, las postergaciones y sometimientos indignos que sufren, contradicen radicalmente los valores de dignidad personal y de hermandad solidaria. Valores éstos que el pueblo latinoamericano lleva en su corazón como imperativos recibidos del Evangelio. De ahí que la religiosidad del pueblo latinoamericano se convierta muchas veces en un clamor de verdadera liberación" (Documento de Puebla, 452).
Precursores de la pastoral social
A lo largo de la historia de la Iglesia Católica pueden encontrarse grupos de varones y mujeres consagradas que buscaron responder orgánicamente, a situaciones de clamor social y que dieron origen a Congregaciones religiosas con diferentes presencias y carismas.
En nuestro país, todavía se recuerda y se aprecia –allí dónde mantienen su presencia– la delicada atención y capacidad de gestión de las diferentes Congregaciones femeninas en los hospitales del Estado que, como en el caso del más importante de la ciudad de La Plata, lleva el nombre de la beata Sor María Faustina.
El corazón de Don Orione, en su santuario de Claypole no es tanto una reliquia del pasado, sino un anuncio profético para que no se pierda la maravillosa atención de los cottolengos dedicados a quienes sólo tienen como única riqueza ¡la existencia! Él mismo escribió el 18 de mayo de 1919: "Proletarios de los arrozales: ¡de pie!... Nosotros, como católicos y como ciudadanos emprendemos este año la batalla por las ocho horas en los arrozales. No se dejen explotar por los capataces, no se dejen intimidar por las amenazas de los patrones, no se presten a ciertas maniobras que siempre terminan perjudicando al trabajador".
Con su composición mayoritariamente laical, la evolución de Caritas también permite por lo menos señalar diferentes etapas y lugares dónde aparecen más fuertemente desarrollados los aspectos de asistencia, luego la promoción y finalmente la evangelización.
El Documento de San Miguel la propone como "el organismo de la Iglesia integrado dentro de la pastoral de conjunto, para que se preocupe de una manera particular de la promoción popular" (Pastoral Popular, Directivas, 9).
Navega mar adentro la incluye en la acción destacada bajo el título "Hacer de la Iglesia casa y escuela de comunión. A partir de la comunión dentro de la Iglesia, la caridad se abre por su naturaleza al servicio universal, proyectándonos hacia la práctica de un amor activo que incluya a todos los excluidos. La caridad de las obras corrobora la caridad de las palabras. Un lugar privilegiado donde la Iglesia se hace casa y escuela de comunión es Caritas. Al unir en su acción, de un modo indisoluble y estable las exigencias de la asistencia, la promoción y la evangelización, es la organización de la caridad eclesial que expresa de modo concreto el amor preferencial a los pobres y es agente de transformación en la sociedad. En la medida que canalizamos nuestra solidaridad efectiva de modo orgánico e institucional, hacemos más cierta la expresión: ‘Caritas somos todos’" (88).
La pastoral social después del Concilio Vaticano II
La pastoral social u otros términos equivalentes no sólo se refiere a la organización de los servicios, sino que intenta profundizar en las causas que impiden la construcción de una sociedad fraterna y los pasos necesarios para lograrlo.
"La referencia esencial a la doctrina social determina la naturaleza, el planteamiento, la estructura y el desarrollo de la pastoral social. Ésta es expresión del ministerio de evangelización social, dirigido a iluminar, estimular y asistir la promoción integral del hombre mediante la praxis de la liberación cristiana, en su perspectiva terrena y trascendente... La pastoral social es la expresión viva y concreta de una Iglesia plenamente consciente de su misión de evangelizar las realidades sociales, económicas, culturales y políticas del mundo" (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 524).
Hace cuarenta años, el 7 de diciembre de 1965, el Concilio Vaticano II trazó el amplio marco de lo que puede considerarse el lugar de acción de la pastoral social y la opción de la Iglesia por los pobres y desde los pobres. Las introducción de la Constitución sobre la Iglesia y el mundo actual, es una presentación programática: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón" (Gaudium et spes, 1).
En la segunda parte se mencionan los temas más importantes, que a pesar de encontrarse distantes cuatro décadas, son los que aún hoy conservan su vigencia, siempre que se los analice desde una perspectiva que incluya la globalización y el debate sobre la posmodernidad: el matrimonio y la familia, la cultura humana, la vida económico-social y política, la solidaridad de la familia de los pueblos y la paz.
A partir de entonces se producen diferentes respuestas a los desafíos que responden a la evolución de las cuestiones sociales y su conflictos, que en la Argentina del posconcilio se reflejaban en la proscripción del peronismo, la representación de los trabajadores dividida en dos centrales de la CGT, además de otras organizaciones, y la inestabilidad de los gobiernos constitucionales.
El empuje que a nivel de documentos eclesiásticos proviene del de San Miguel de 1969 y su aporte ("trabajar por la liberación total del hombre e iluminar el proceso de cambio de las estructuras injustas y opresoras generadas por el pecado" [Justicia, 2]), y de la satisfacción del Episcopado Argentino por el mensaje del General Perón (sic) cuando manifestó "debemos hacer un país libre de cualquier clase de imperialismos" (27 de junio de 1973), se interrumpe en medio de las violentas acciones de la guerrilla de Montoneros y Erp desde una punta del arco ideológico y el grupo de las Triple A desde la otra, con la implementación de la doctrina de seguridad nacional por parte de las Fuerzas Armadas.
La situación de miles de desaparecidos hace que lo social se centre con bastante insistencia en torno a la defensa de los derechos humanos, tarea en la que Emilio Mignone, con una hija desaparecida, puede ser mencionado como uno de sus principales referentes. En cambio fue negativo el rechazo a toda propuesta de crear, a nivel de la jerarquía eclesiástica, una "vicaría de la solidaridad", similar a la que impulsó en Chile el Cardenal Silva Henríquez.
En ese ambiente, el 3 de agosto de 1979 aparece el Comunicado del Equipo Episcopal de Pastoral Social, crítico al nuevo proyecto de legislación sobre las organizaciones sindicales y retomando los principios que la pastoral colectiva del Episcopado Argentino suscribió y dio a conocer el 28 de abril de 1956. En dicho documento se destacó justamente la importancia de un sindicalismo auténtico, para lograr la promoción y encauzar la responsabilidad participativa de los trabajadores.
Luego el tema de la guerra y la paz se volvieron acuciantes. La invasión a Chile, impedida en el momento límite a fines de 1978 por la intervención de Juan Pablo II y los posteriores combates en torno a las Islas Malvinas en 1982 ocuparon una parte importante de la preocupación de los argentinos.
Simultáneamente, la exigencia de la vuelta a la Constitución y a la democracia crecía constantemente. Alguna historia de la pastoral política en nuestro país tendrá que rastrear los numerosos grupos de jóvenes que integraban los grupos parroquiales y que se fueron volcando a la actividad política a partir del impulso brindado por el documento Iglesia y Comunidad Nacional, de 1981, que señalaba: "No puede haber democracia política verdadera sin justicia social" (126).
Este reclamo por la restauración democrática tuvo un antecedente importante en la Multipartidaria, organización que integraban la mayoría de los partidos políticos. Se reúnen con los tres obispos designados por la Comisión Permanente del Episcopado, quienes después de recibir la adhesión de los dirigentes políticos al ya citado documento Iglesia y Comunidad Nacional, "sugieren como canal para ulteriores contactos el Equipo Episcopal de Pastoral Social" (comunicado conjunto del 7 de agosto de 1981). En este caso, el Equipo cumplirá las funciones de diálogo con los políticos.
¿Con la democracia se come...?
Con la vuelta de la democracia aparecieron nuevos temas que en los medios de comunicación resultaron más relevantes.
La deuda externa, desorbitada durante la dictadura militar, parece convertirse en deuda "eterna". Ante los representantes del Fondo Monetario Internacional se afirma: "No se puede hacer frente al servicio de la deuda externa a costa de asfixiar la economía de un país y ningún gobierno puede pedir moralmente a su pueblo privaciones incompatibles con la dignidad humana" (obispo Jorge Casaretto, 24.06.03).
La corrupción muestra que hay corruptos y corruptores, coimeados y coimeantes, empobrecidos y empobrecedores.
A su vez, las Marchas del Silencio promovidas por la religiosa Marta Pelloni con motivo del crimen de María Soledad Morales en Catamarca y las recientes movilizaciones populares en Santiago del Estero son respuestas que incluyen motivaciones provenientes de los valores cristianos presentes en el pueblo.
En 1987 la Conferencia Episcopal Argentina crea la Comisión Episcopal de Pastoral Social y a comienzos de la década del 90 se incluye entre los "desafíos a los que ha de responder la nueva evangelización, la urgente necesidad de una justicia demasiado largamente esperada" (Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, 13).
Diez años más tarde, una autocrítica de las instituciones también tendrá en cuenta a la organización eclesiástica: "La labor educativa de la Iglesia no pudo hacer surgir una patria más justa, porque no ha logrado que los valores evangélicos se traduzcan en compromisos cotidianos" (Navega mar adentro, 38)
El desconcierto de contar con cinco presidentes en pocos días, la convertibilidad convertida en pesificación, el default, la pobreza adueñándose de la mitad de la población, la desocupación apenas contenida con planes de ayuda, las oscilaciones del Diálogo Argentino, los establecimientos educativos convertidos en únicos comedores dónde se alimentan muchos alumnos y las alternativas de valoración que diferentes encuestas y análisis de resultados electorales atribuyen al presidente Néstor Kirchner después de dos años de asumir el gobierno son apenas una somera descripción.
Es posible resumir esta última década a través de algunos de los lemas de la Peregrinación Juvenil a Luján. "La esperanza del Reino de Dios consumado es contemplativa y activa, eleva los ojos para mirar el cielo y lleva poner las manos en la masa para cambiar la tierra. Muchos lemas-oraciones brindan un mensaje evangelizador que sostiene en la esperanza e invitan a un compromiso esperanzado para transformar nuestra historia... Como la esperanza es la virtud típica del peregrino, necesaria no ´sólo para llegar a Luján sino también, y sobre todo, para seguir caminando por la vida y la historia, se le pide a la Virgen, sobre todo cuando se toma más conciencia de que los tiempos se están volviendo más difíciles:Madre, danos fuerza para seguir (1995); cuando se intensifican las señalas de la crisis inédita y la dolorosa caída del país:Madre, acaricia nuestra heridas, queremos seguir caminando (2001); y cuando después del desastre, cuesta ponerse de pie y volver a caminar, también se suplica: Madre, abrázanos fuerte, queremos un pueblo de pie. (2002)" (Galli, Seguimos caminando, p. 358).
En medio de esas vicisitudes, la Pastoral Social se va proyectando como una respuesta orgánica de toda la Iglesia, en sus distintos estamentos y desde las competencias que se diferencian por niveles, funciones y carismas. Sus contenidosconceptuales se encontrarán en la doctrina social de la Iglesia y en el Compendio de reciente publicación.
"No cabe duda de que la doctrina social de la Iglesia es capaz de suscitar esperanza incluso en las situaciones más difíciles, porque, si no hay esperanza para los pobres, no la habrá para nadie, ni siquiera para los llamados ricos" (Juan Pablo II,Pastores gregis, 67).
Su práctica, desde el pueblo mismo, ha de llevar una contribución "cada vez más puntual y orgánica a la solución de la cuestión social, que ha llegado a ser ya una cuestión planetaria" (Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 51), pero que al mismo tiempo pasa por cada uno de los integrantes de esa enorme cadena que efectiviza la búsqueda de la justicia social y la solidaridad globalizada o, si se prefiere, mundializada.