NUEVA YORK.- Kristine Casey, una mujer de 61 años de edad y residente de Chicago, parió a su propio nieto, después que su hija le pidiera fertilizar el esperma de su esposo, porque no podía concebir.
Casey esperó durante 39 semanas para que la fertilización in vitro cobrara forma de un hermoso y robusto niño.
La parturienta, salió de la fase de la menopausia hace 10 años, según publica en su edición de ayer martes el diario Chicago Tribune. Con el parto, Casey pudo haberse convertido en la mujer más vieja del estado de Illinois en parir una criatura.
Su hija, Sara Connell de 35 años de edad le preguntó a la madre si podía ayudarla a llevar el embrión en su vientre con el esperma de su yerno y su propio huevo, luego de que fracasara en varios intentos por quedar embarazada.
Connell, le dijo al diario que la idea de tener un nuevo miembro en la familia, fue extraordinaria.
El niño fue bautizado con el nombre de Finnean Lee Connell y el parto fue hecho con cesárea en el hospital Northwestern Memorial después que la abuela se sometiera a terapias de hormonas especiales que la llevaron a fertilizar el bebé. A diferencia de su hija, Casey, no tuvo problemas con ninguno de sus embarazos, cuando hace 30 años comenzó a convertirse en madre.
Casey esperó durante 39 semanas para que la fertilización in vitro cobrara forma de un hermoso y robusto niño.
La parturienta, salió de la fase de la menopausia hace 10 años, según publica en su edición de ayer martes el diario Chicago Tribune. Con el parto, Casey pudo haberse convertido en la mujer más vieja del estado de Illinois en parir una criatura.
Su hija, Sara Connell de 35 años de edad le preguntó a la madre si podía ayudarla a llevar el embrión en su vientre con el esperma de su yerno y su propio huevo, luego de que fracasara en varios intentos por quedar embarazada.
Connell, le dijo al diario que la idea de tener un nuevo miembro en la familia, fue extraordinaria.
El niño fue bautizado con el nombre de Finnean Lee Connell y el parto fue hecho con cesárea en el hospital Northwestern Memorial después que la abuela se sometiera a terapias de hormonas especiales que la llevaron a fertilizar el bebé. A diferencia de su hija, Casey, no tuvo problemas con ninguno de sus embarazos, cuando hace 30 años comenzó a convertirse en madre.
