ugar no es malo. Más aún, el juego es parte del proceso de maduración y aprendizaje de las personas. El problema es cuando se convierte en un síndrome de dependencia conocido como ludopatía.
Se trata de una patología que desde 1992 es reconocida como una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud.
El ludópata es aquella persona que tiene un impulso irreprimible de jugar, a pesar de ser consciente de las consecuencias personales, sociales y económicas de esa conducta.
Aunque no hay estadísticas oficiales al respecto, se estima que entre el 1% y el 3% de la población mundial es adicta al juego.
De esta población, entre 5 y 20 millones viven en América Latina.
"En Argentina, la ludopatía está creciendo muchísimo porque la oferta es impresionante. Hay bingos en todos los barrios. Es un negocio muy productivo para quien lo maneja", dijo Isabel Sánchez Sosa, directora y coordinadora de la Asociación de Jugadores Compulsivos de Argentina que fue creada hace 26 años, la primera en tratar esta enfermedad.